Pestiños y torrijas, dos recetas de Semana Santa para hacer en casa
Gastronomía
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La repostería propia de Cuaresma y Semana Santa trasciende las modas, incluso las gastronómicas. Es un hecho que cada vez es más fácil encontrar en restaurantes y confiterías pestiños y torrijas. Pero hacerlos en casa resulta casi tan placentero como degustarlos.
Aquí te dejamos tres recetas para que los hagas entre procesión y procesión, si el tiempo lo permite.
Para realizar las torrijas, vamos a necesitar:
1 barra de pan de torrijas o bien de brioche
750 ml de leche
250 gramos de azúcar
1 trozo de piel de limón
1 trozo de piel de naranja
1 ramita de canela
3 huevos grandes
AOVE para freír
Canela en polvo
Elaboración:
Calentamos la leche y cuando hierva la apartamos y añadimos 100 gramos de azúcar, la piel de naranja, la de limón y la canela. Tapamos con un film y reservamos.
Cortamos el pan en rebanadas de unos tres centímetros y las colocamos en una fuente. Vertemos la leche infusionada por encima. Se baten los huevos y se reservan.
Ponemos el AOVE en la sartén y calentamos sin que llegue a salir humo. Pasamos las torrijas por el huevo y marcamos, más que freímos. Las sacamos y ponemos sobre un papel secante para eliminar el exceso de grasa.
Seguidamente, rebozamos las torrijas con el azúcar -que podemos mezclar con un toque de canela- y las ponemos en un plato o fuente. Opcionalmente se puede sustituir el azúcar por miel ligeramente rebajada con agua.
Resulta muy útil cubrirlas con papel aluminio para mantenerlas jugosas.
No es una receta difícil, pero si aún así se nos resiste o preferimos comprarlas hechas. El foodie Juusogastro ha hecho una ruta de los más dulce por Córdoba buscando las mejores y, por supuesto, que sean artesanas.
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Los pestiños de la Taberna Chico Medina
Debemos hacernos con dos kilos de harina, medio litro de vino blanco, un litro de aceite de oliva virgen extra suave (las variedades más recomendadas son arbequina y hojiblanca), un puñado de matalauva, cáscara de limón, cuatro huevos, azúcar y canela.
El primer paso en la elaboración es determinante, pues hemos de freír la matalauva y un trozo de cáscara de limón en el AOVE. Seguidamente, lo colamos y reservamos.
Ahora es el turno de hacer un volcán con la harina, dejando un hueco en el centro. En él depositaremos el aceite lentamente para que no se salga.
Igualmente, hay que tener cuidado para incorporar, muy poco a poco, los 500 ml de vino blanco. Mezclamos bien la mezcla del interior del volcán.
Poquito a poco dejamos caer el equivalente a 6 cucharadas de harina de los laterales del volcán.
Posteriormente, incorporamos los huevos al hueco central para que den homogeneidad a la mezcla. Batimos.
Con las manos bien limpias y un poco de mañana, añadimos la harina restante al interior con una, mientas que con la otra mantenemos la estructura harinera restante.
El truco está en lograr incorporarla toda al mix de ingredientes evitando que la parte más líquida se salga.
El momento definitivo
¿El objetivo principal? Conseguir una masa homogénea con todos los ingredientes perfectamente integrados.
Ahora llega el momento más divertido, el de bolear la masa. La estiramos y replegamos sobre sí misma todas las veces que haga falta para conseguir una gran bola.
Si tenemos alguien que nos ayude en la cocina, lo ideal es que mientras vaya preparando en un bol o bandeja una mezcla a base de azúcar y canela.
Y una vez que hemos llegado hasta aquí, la creación de cada una de las unidades de pestiño pondrá a prueba nuestra paciencia y habilidad.
Cortamos bolitas del tamaño de una nuez, la estiramos sobre una superficie limpia y lisa y hacemos a mano la forma de lazada típica del pestiño.
¡Ya queda poco! Tomamos el AOVE perfumado que habíamos reservado y lo ponemos a calentar a temperatura media (180º) y vamos echando los pestiños. Cuando estén doraditos los sacamos y ponemos en un colador para eliminar el aceite sobrante o en su defecto los servimos sobre un plato o bandeja donde previamente habremos puesto un papel absorbente. ¡Ojo! Hay que cambiar el papel con cada una de las tandas de fritura de pestiños.
Y...¡El toque final! emborrizamos cada pieza por la bandeja de canela molida y azúcar que habíamos preparado previamente.
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