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Más de 2.000 años son los que el Puente Romano de Córdoba lleva ejerciendo una poderosa fascinación sobre quienes lo cruzan, en parte por las vistas privilegiadas que desde allí hay. Sin duda, a la caída de la tarde ofrece un juego de luces y colores únicos, que lo ha convertido en uno de los puentes más instagrameables del mundo e inmortalizar una panorámica de la ciudad de postal.
Como un gigante de piedra maciza, que extiende sus brazos, une el Campo de la Verdad con las inmediaciones de la Mezquita-Catedral.
En 1931 el Puente Romano, conjuntamente con la Puerta del Puente y la Torre de la Calahorra fueron declarados Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento. Igualmente reseñable es el hecho de que forma parte del Centro Histórico de Córdoba, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994.
Digno representante de la mejor arquitectura del Imperio, fue levantado en el siglo I a. C. Además, era uno de los más importantes medios de entrada a la ciudad desde la zona sur de la Península Ibérica ya que durante mucho tiempo fue único punto por donde cruzar el río sin necesidad de usar embarcación de ningún tipo.
Desde entonces ha sufrido varias remodelaciones a lo largo de la historia, la última de las cuales se finiquitó a comienzos de 2008. Y desde 2004 se prohibió el paso del tráfico rodado y es exclusivamente peatonal.
La estructura principal data del medievo, siendo la intervención más reciente de 1876. Consta de dieciséis arcos, cuatro apuntados y el resto de medio punto. En el centro del antepecho se erige una escultura de San Rafael, obra del siglo XVII, realizada por Bernabé Gómez del Río.
Su belleza y singularidad le ha valido la admiración de locales y visitantes, y a comienzos de año Viajes National Geographic lo incluyó entre los 15 puentes que hay que visitar y cruzar una vez en la vida. Éste es el codiciado ranking de la popular publicación:
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