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En Córdoba hay enclaves en que se unen el turismo religioso con el de naturaleza. Es el caso del Santuario de Santo Domingo Scala Coeli y del Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso, donde la belleza y la paz reinan tanto en su interior como en sus aledaños.
Un auténtico retiro para la reflexión, la oración y el recogimiento. Así fue concebido y ha llegado hasta nuestros días el Santuario de Santo Domingo Scala Coeli, ubicado tan sólo a 10 kilómetros del fragor de la urbe (Carretera de Santo Domingo s/n, Km. 6)
El año pasado se cumplían 600 años de su fundación, a instancias de San Álvaro de Córdoba, que adquirió un terreno llamado Torre de Berlanga para fundar un cenobio.
La iglesia primigenia se acabó de construir en 1.442 y el convento -que se concibió como el primero de la reforma de la Orden de Predicadores en España- poco después . Ya en el siglo XVI se llevó a cabo la primera reconstrucción. No obstante, la de mayor entidad fue la que se acometió dos siglos .
A día de hoy la iglesia se encuentra toda decorada con pinturas murales barrocas. Igualmente, llama la atención el retablo mayor, realizado en madera sin policromar y que ha preservado su color natural, cuestión poco frecuente en el siglo XVIII.
En 1.836 derribaron el convento pero se mantuvo la iglesia. Así pues, algunos de sus moradores más famosos fueron Fray Luis de Granada, quien lo restauró, y el Beato Francisco de Posadas. Fue durante muchos años noviciado de los Dominicos de Andalucía. A día de hoy es una Casa de Oración y punto de encuentro para grupos.
El modelo de la reforma que Fray Álvaro quiso llevar a cabo fue la de Santo Domingo de Guzmán, fundador de su orden. El objetivo era que los religiosos se acogieran a la observancia del silencio, contemplación, estudio y retiro. De forma que desde allí bajaran a la ciudad para predicar y dar a conocer a Jesús y su Evangelio a todos los cordobeses.
El fundador del Convento había peregrinado a Jerusalén. Le impresionó tanto lo que vio que regresó convencido de que el suyo se pareciese al máximo a la Ciudad Santa y sus santos lugares. Es la razón por la que dispuso en el Convento de Scala Coeli varios oratorios, a imagen y semejanza de los del Monasterio de Nuestra Señora de Monserrate, de Jerusalén y sus ermitas. A tal respecto, es justo destacar que de las ermitas que se levantaron junto a la iglesia sólo siguen en pie la San Álvaro, la de la Santa Cruz y la de Santa María Magdalena.
San Álvaro fue también quien instituyó el rezo del Vía Crucis en Occidente al modo que él mismo pudo rezar cuando estuvo en Jerusalén. De hecho fue en Scala Coeli donde se puso en práctica por vez primera fuera de Jerusalén con el orden, forma y contenido que conocemos.
La actual Iglesia fue construida en el siglo XVII sobre la primitiva Iglesia, y es considerada una joya del barroco cordobés. Fue fray Lorenzo de la Concepción Ferrari –con título nobiliario, antes de entrar en la Orden de Predicadores, de conde de Cumbre Hermosa- quien la restauró y embelleció, remodelando el decorado interior y reparando la estructura.
No obstante, Scala Coeli no sólo tiene valor religioso sino de identidad de pueblo para los cordobeses. Tanto es así que desde que se fundó acogieron a los frailes dominicos como propios. A esto se suma el hecho de que cada mes de abril es el destino final de la Romería de Santo Domingo, que cada año sale de República Argentina. Se trata de una romería en honor a San Álvaro, patrono de las Hermandades y Cofradías de la Semana Santa, y la organización corre a cargo de la Federación de Peñas, en colaboración con el Ayuntamiento de Córdoba.
Una vez que los romeros llegan al Santuario se hace una ofrenda floral, se celebra una misa y una breve procesión del Santo. El fin de fiesta llega con una jornada de convivencia en que no falta música y bailes populares y viandas en los aledaños de Santo Domingo y junto al Santuario.
El Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso (Ctra. Palma del Río, Km 5,5) es uno de los destinos que más expectación generan en Córdoba, pues conseguir una entrada es normalmente tarea harto complicada. De hecho, sus actuales propietarios tan sólo autorizan la entrada al público durante unos cuantos días al año y previa inscripción -con prioridad a los visitantes que nunca antes hayan estado.
El Monasterio de San Jerónimo de Valparaíso fue fundado a principios del siglo XV. Su sede se constituye como uno de los principales ejemplos del gótico en Córdoba, convirtiéndose en el eje del epicentro productivo de esta zona de las estribaciones de la Sierra de Córdoba. Tras su desamortización en 1836, el edificio es abandonado hasta que en 1912 es adquirido por José Mª López de Carrizosa y Garvey, Marqués del Mérito; a partir de este momento, sus nuevos propietarios comienzan la restauración y recuperación hasta la actualidad.
Está ubicado frente a la impresionante Medina Azahara, al cobijo de Sierra Morena y rodeado de la vegetación autóctona. Parece ser que en la construcción del Monasterio se aprovecharon los restos de la antigua ciudad de Medina Azahara, que en el siglo XV era conocida como Córdoba la Vieja y se creía que había sido una ciudad romana.
Es el segundo edificio más grande de la ciudad, después de su vecina, Medina Azahara. Fray Vasco de Sousa fue el monje portugués que trajo a Córdoba la orden Jerónima. El religioso se encuentra enterrado en el monasterio) y promovió su construcción en esta ubicación privilegiada.
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