El cortijo de Córdoba con vistas de ensueño y alma de poeta

Torre de la Barca es mucho más que un cortijo o un lugar de celebraciones en Córdoba. Cuenta con un mirador desde donde se pueden contemplar algunas de las estampas más bellas con el horizonte de la ciudad como protagonista. Bodegas Campos, baluarte de la mejor gastronomía local, está detrás de la construcción de este cortijo.

Se levantó en 2009 y desde entonces ha sido testigo de celebraciones y eventos por doquier, al tiempo que han sucumbido a su esencia y belleza poetas de la talla de Pablo García Baena -uno de los fundadores del Grupo Cántico- y el recientemente desaparecido Antonio Gala. No en balde ambos rindieron homenaje con sus palabras al lugar, dedicatorias que a día de hoy lucen en sendos mosaicos de azulejos ubicados en los extremos del Mirador.

Situada en la otra orilla del Guadalquivir, en plena Campiña de Córdoba, su creación supuso un reto para la empresa en su segundo siglo de andadura. Éste no era otro que cruzar el río y colaborar en la recuperación del legado cultural de la Campiña y del campo de Córdoba en general.

En este complejo, el Mirador es el corazón. Todas las dependencias de la Torre de la Barca se abren a esta galería cubierta. Se aprovechan así las espléndidas vistas que desde aquí se tienen sobre Sierra Morena, el río Guadalquivir y la ciudad.

En este porche hay dos patios gemelos, donde sus invitados se resguardan a la sombra del limonero. Fueron bautizados como de San Acisclo y de Santa Victoria, en honor a los patronos de la ciudad. Igualmente icónicas son dos fuentes blancas, también idénticas, cuya diseño y azulejos llevan la firma de Tomás Egea, tradicionalmente ligado a la decoración de la Casa.

En el Mirador y en la zona más próxima a La Era se suele servir el aperitivo durante los eventos. Aunque si el tiempo no acompaña, los asistentes se guarecen en el porche al amparo de unas cortinas transparentes que permiten seguir disfrutando de la maravillosa vista.