Cuatro exposiciones que merecen una escapada a Córdoba antes de que acabe 2024
En el 150 aniversario de su nacimiento, varias muestras abordan la figura Julio Romero de Torres
En fotos, la exposición 'La otra mirada en el Mercado Victoria'
Córdoba será en los últimos meses del año uno de los destinos españoles con más oferta de exposiciones. Hasta el próximo 8 de diciembre el Museo Julio Romero de Torres acogerá la exposición Romero de Torres, pintor de la modernidad. La muestra se podrá ver de martes a viernes de 08:15 a 20:00; los sábados de 09:30 a18:00 y los domingos y festivos de 08:15 a 14:45.
En el contexto del 150 aniversario del nacimiento del pintor Julio Romero de Torres, el Ayuntamiento de Córdoba ha impulsado una serie de propuestas que pretenden revisar el legado del artista desde una óptica contemporánea y transversal. El propósito fundamental de la exposición Romero de Torres, pintor de la modernidad. Diálogo con la Colección Telefónica, es ofrecer desde Córdoba una visión renovada del artista que evidencie los rasgos de modernidad que lo situaron como un artista de referencia en su tiempo. Lo local fue para Romero de Torres una inspiración constante, pero su mundo era mucho más hondo, y a la vez más extenso, de lo que el cliché folclorista ha pretendido fijar.
Romper este corsé sería, a la postre, el objetivo principal de una exposición donde se presenta al pintor cordobés en conversación con autores vanguardistas como Albert Gleizes, Juan Gris o Manuel Ángeles Ortíz. Aunque alguno de ellos perteneció ya a la generación de los años 20, que encarnó el giro decidido hacia la modernidad, comparecen con obras que fueron contemporáneas a las de Romero de Torres. Quedan así de manifiesto las disonancias entre ellos, pero también las sintonías. Y nos presentan una modernidad hispana tan contradictoria como fascinante, convergencia de lo elevado y lo popular. Y donde se despliegan gestos innovadores entre formas eclécticas, historicismos varios, incluso ecos del mundo clásico.
Un segundo bloque de piezas en diálogo procedentes de la Colección Telefónica pertenece ya a nuestra contemporaneidad. El lenguaje fotográfico es dominante en ellas, aunque en no pocas ocasiones acusan un fuerte pictorialismo. Desde esta perspectiva que representan, entre otros Marina Abramovic, John Coplans o Sam Taylor-Johnson (antes Taylor-Wood), nos encontramos nuevas visiones de viejos asuntos, como la representación del cuerpo humano, la narratividad de la obra, así como su dimensión ascendente o espiritual.
Sala Vimcorsa
De lo espiritual a lo profano. Julio Romero de Torres y Zuloaga en las Colecciones del Museo de Bellas Artes de Bilbao y del Museo Julio Romero de Torres es la muestra que ocupará la Sala Vimcorsa hasta el 1 de diciembre (De martes a sábado: 10:30 - 13:30 y 18:00 - 21:00 Domingos y festivos: 10:00 - 14:00)
El arte español vivía, en el tránsito al siglo XX, un momento de especial intensidad. En buena medida, era debido a la crisis de identidad de la cultura española tras el colapso de 1898, así como al contacto de la mayoría de los artistas con las nuevas tendencias artísticas que se gestaban en Europa. Sobre todo, en París, que se convirtió en la capital de la modernidad. Cada vez mejor informados por revistas y prensa, y más viajados, los artistas españoles afrontaron la nada sencilla tarea de hallar un lenguaje propio, a la altura del legado de los grandes maestros del pasado y que, a la vez, sintonizara con las corrientes estéticas del momento. Se aspiraba, en la mayoría de los casos, a destilar lo eterno de lo transitorio, lo universal de lo local.
Dos figuras singulares, y verdaderamente protagónicas de aquel período, son Ignacio Zuloaga (Éibar, 1870- Madrid, 1945) y Julio Romero de Torres (Córdoba, 1874-1930). Habitualmente se presentan como figuras antagónicas. Ya sea por motivos geográficos -el primero eibarrés y cordobés el segundo- como por estilo. El primero, se integró en la moderna escena artística parisina y mostraba fascinación por El Greco; el segundo, acuñó una estética a medio camino entre el folclorismo, el clasicismo italiano y los simbolismos de Centroeuropa. Por encima de cualquier otra consideración, ambos artistas difieren en el tono de su pintura. Como decía Antonio Muñoz Molina, la crudeza desnuda y sin maquillaje de la pintura de Zuloaga contrasta con el clima “tiznado y truculento” de la obra de Romero de Torres.
Dando por válidas estas consideraciones, parece que resultan insuficientes para comprender a unos personajes y un período histórico tan complejos, y controvertidos. Se hace necesario explorar la trayectoria de ambos, y confrontar sus itinerarios a través de su obra, en busca de algunas claves más. Entre ellas, sin duda, emergerá alguna que otra inesperada sintonía. Tal es el propósito de esta exposición.
Casa Góngora
Mensajes cifrados es la exposición de Gloria Rico Clavellino en la Sala Galatea de La Casa Góngora. Estará abierta hasta el 3 de noviembre, La entrada libre hasta completar aforo. Martes a sábados, de 10:30 a 13:30 y 17:30 a 20:30. Domingos y festivos, de 11:00 a 14:00.
La exposición reúne más de sesenta obras que exploran la compleja intersección entre lo físico y lo virtual en la comunicación contemporánea. En este escenario donde lo tangible se funde con lo digital, la mano emerge como la protagonista indiscutible. Su gestualidad, esencial y expresiva, no solo es un símbolo representado, sino el vínculo que conecta ambos mundos, destacando su papel fundamental en la comunicación real.
En un contexto donde la pantalla se interpone entre nosotros y los demás, la mano se convierte en el nexo que conecta nuestras ideas a través del espacio digital. Es la mano la que, en su gestualidad, transmite ideas al otro lado de la conversación virtual, traduciendo pensamientos en palabras e imágenes en una comunicación que a veces carece de reciprocidad.
Las obras presentadas, en ocasiones fragmentadas y distorsionadas, nos invitan a reflexionar sobre cómo la tecnología altera nuestra percepción de la realidad. En una era dominada por imágenes digitales, estas creaciones ponen de relieve la importancia del proceso físico en la creación artística. La materialidad de la mano, con su capacidad para crear, acariciar o saludar, se convierte en un símbolo de la tensión entre lo corporal y lo intelectual.
El recorrido por la muestra ofrece al visitante una experiencia participativa. En la primera sala, una videoproyección en bucle encripta progresivamente los gestos de las manos, desdibujando la claridad de los mensajes.
La segunda sala exhibe una serie de escaneografías que, a través de cuatro series, aumentan en codificación de los mensajes gestuales, llevándonos de lo evidente a lo enigmático. El grado de comunicación de los mensajes gestuales oscila entre una legibilidad aparente y la más absoluta deformación. De la primera a la última serie el nivel de encriptación o cifrado se multiplica.
La tercera sala se convierte en un espacio interactivo, donde el visitante, mediante focos y una fotocopiadora proyecta y materializa formas y mensajes de sus manos que se exponen en las paredes, contribuyendo a la creación de la obra en tiempo real. Aquí, la mano no solo se muestra, sino que se convierte en herramienta y acto creativo. A través de esta acción, la artista busca establecer una comunicación directa con el espectador, invitándolo a ser parte del proceso creativo durante toda la exhibición. La inauguración promete una acción participativa, una danza gestual materializada, dejando un rastro físico de lo que en su origen fue un gesto efímero.
Museo Taurino
Ángeles Alcántara presenta en la sala de exposiciones temporales del Museo Taurino su trabajo Capas de Olvido. Se podrá ver hasta el 24 de noviembre. La entrada es gratis para residentes en Córdoba. Martes a viernes: 8:15 a 19:30; sábados: 9:30 a 17:30 y domingos y festivos: 8:15 a 14:15. La entrada es gratuita para los residentes en Córdoba.
Se trata de un conjunto de obras que ha tenido como fuente de inspiración el libro autobiográfico del mismo titulo escrito por Robert Ryan, torero norteamericano de los años sesenta y setenta del pasado siglo.
El libro de Ryan se inicia con un viaje a México cuando era niño y el regalo de un toro rojo de juguete que le obsesionará toda su vida, pues lo lleva a ser torero. Ese toro rojo culmina en la imagen del Robert Ryan junto a su esposa, pintados en amarillo por Ángeles Alcántara. Del Rojo de Robert al Amarillo de Ángeles. Antes de llegar al toro amarillo la artista ha leído "Capas de olvido", ha tomado apuntes, ha subrayado palabras, robado detalles a Ryan, ha transformado los capítulos del libro en colores: 'La niñez dibujada' es verde 'Temporada desmontada- Verbena', lo es rosa. Según explica la artista "he utilizado el libro como guía para mis dibujos porque me ha gustado su delicadeza, suavidad y poética.» El resultado es una colección de veinte dibujos en los que la artista nos presenta su visión plástica de una cara más del prisma cultural que configura la tauromaquia.
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