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Desde hace tres años la casa del diestro más famoso de la historia del toreo cordobés es un restaurante de alta cocina. Pero no siempre fue así. Y aunque hoy es conocido como La Casa de Manolete Bistró, no fue el famoso matador quien la mandó a construir.
Corría el año 1890 cuando finalizaron las obras de un palacete de estilo colonial cuya construcción encargó el periodista, político y escritor José Ortega y Munilla. Su nombre brilla con letras de oro no sólo por ser un destacado intelectual de finales del siglo XIX y comienzos del XX, sino también porque era el padre del reputado filósofo José Ortega y Gasset.
Y es que la relación de los Ortega y Gasset con Córdoba arrancó como consecuencia de una prescripción médica. La del facultativo que atendía a Dolores Gasset y Chinchilla, su madre, quien le recomendó pasar los inviernos en climas secos y menos severo que el de Madrid. La familia se decantó por Córdoba y mandaron construir el que durante buena parte del año sería su hogar hasta 1915.
Fue el ingeniero Juan Tejón y Marín quien diseñaría una casa que espectacular y diferente para aquella época y que lo sigue siendo en la actualidad.
A la entrada del palacete de estilo colonial hay dos fechas en el suelo, realizado a base del tradicional chino cordobés. Éstas son 1890 y 1942, que coinciden con la construcción de la casa y con el año en que Manuel Rodríguez 'Manolete' se hizo con ella. Entre ambas, además, se ubica el escudo de la ciudad.
En el año 1915 Ortega y Munilla vende el palacete a Rafael Cruz Conde, quien por aquel entonces era alcalde de la ciudad. Sería durante este periodo cuando la mítica morada recibiría la visita del mismísimo rey Alfonso XIII durante uno de sus viajes a Córdoba.
En esta época encontramos en la historia del edificio otro personaje ilustre cordobés: Julio Romero de Torres.
Cuando el artista pinta a la mujer cordobesa, en ocasiones aparece en sus obras una botellita de fino Cruz Conde. Fue precisamente mientras los Cruz Conde vivían en esta casa, pues tenían sus propias bodegas en la calle de la Bodega y ejercían como sus mecenas.
Así pues, ellos le pagaban por realizar sus obras, pero a cambio, tenía que dibujar la botellita de sus finos, un claro ejemplo del marketing de la época.
Será el político cordobés quien vende la casa en 1942 al inmortal califa del toreo e ídolo popular de la España de posguerra en el año 1942, que lamentablemente sólo pudo disfrutar de la misma hasta el año 1947, cuando fallece en la famosa corrida de toros de Linares.
A partir de ese momento, el palacete queda en manos de la familia del diestro y será su madre, doña Angustias Sánchez, quien resida ahí hasta su muerte en 1980.
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