Diez flamenquines de Córdoba que tienes que probar alguna vez en tu vida
Gastronomía
En esta decena de establecimientos lo bordan, tanto en versión clásica como de vanguardia
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La única taberna de Córdoba donde sirven el flamenquín con salsa de chocolate
Al margen de que sea una creación cuya autoría se disputa la localidad de Bujalance y la propia capital, no hay un bocado más cordobés que el flamenquín. La fórmula más ortodoxa se compone de cinta de lomo de cerdo, jamón serrano o ibérico y un empanado a base de huevo, harina y pan rallado. El resto son variaciones y reinterpretaciones que tampoco desmerecen.
De hecho está cosechando bastante éxito el flamenquín de pollo, jamón ibérico y mahonesa de perejil de El Bar de Paco Morales.
Una de las grandes sorpresas de Matraca Bistró es su flamenquín con rollito. Como cualquier creación del simpar chef Periko Ortega, casi nada es lo que parece, pero sobre el plato y en la boca es una fiesta.
También es bastante distinto del tradicional el flamenquín de rabo de toro con salsa de chocolate y jugo de rabo de toro de Taberna La Viuda.
El making of de este plato lo cuenta Paco Rosales, gerente del establecimiento: "Era una forma divertida de probar dos grandes platos de la cocina cordobesa sorprendiendo a aquellos que nos visitan. Este plato va acompañado de salsa de chocolate que da un plus original a esta elaboración. La salsa se debe a la influencia de la gastronomía cinegética, los cazadores cordobeses que venían de África traían cacao, y hacían salsas en sus platillos unidos a este ingrediente que no sólo sirve para endulzarnos, sino que le damos un valor añadido a otros platos como puede ser este ya que va unido mucho a su sabor. Ya hace años mi abuela hacia este tipo de salsa y la saboreo hoy como si fuera ayer".
Pero que nadie se alarme porque para los más clásicos también sirve flamenquín cordobés y quienes arriesguen en la mesa -pero no mucho- pueden optar por el flamenquín de queso La Viuda.
Aún así en Córdoba ganan por goleada los establecimientos que sirven una versión mucho más clásica del flamenquín. No hay más que probar el de Taberna San Miguel Casa El Pisto, generoso y jugoso como pocos. Justa batalla le planta el que hace el chef Antonio Jiménez en Taberna La Montillana, donde las patatas naturales y recién fritas están casi tan buenas como el propio flamenquín.
Sin salir del centro de la capital, en Taberna Chico Medina son legiones tanto de personajes famosos como de anónimos las que repiten una y otra vez con tal de probar el suyo.
Por su parte, al flamenquín de lomo y jamón ibérico de Casa Pepe de la Judería no se le puede poner una tacha. Su rebozado es crocante y uniforme y el interior tiene una factura perfecta.
Sin moderneces ni alaracas El Rincón de las Beatillas sirve decenas de ellos al día. Su barra se llena de estos rollos de carne, acompañados por patatas fritas en bastón y la siempre apetecible mahonesa, ya sean para comer allí mismo o con las mesas como último destino.
Igualmente, se ha ganado justa fama el que hacen en Misa de Doce. Tanto en su agradable salón como en su amplia terraza con vistas a El Vial, siempre es un placer hincarle el diente.
Aunque si hay un decano que nunca defrauda es el de Bodegas Campos, con una guarnición sencilla en forma de patatas y pimentillos. Pero lo que le confiere ese punto de excelencia es el jamón ibérico que alberga ese interior y que le hace ganar enteros desde el primer contacto con el paladar.
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