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Broncano
Gastronomía
En el Día Mundial de la Croqueta Córdoba tiene mucho que decir. Son numerosos los establecimientos que han hecho de esta popular elaboración unos de sus best seller. En versión clásica o vanguardista, sobrevive a modas y tendencias y siempre es una buena opción como entrante.
Uno de los inamovibles en la carta de La Casa de Manolete Bistró son las croquetas de jamón ibérico de bellota y leche fresca de oveja. Crocantes por fuera y ligeras en su interior, lo difícil es comerse sólo una.
En El Bar de Paco Morales ofrecen un surtido de croquetas de jamón, rabo de toro y chipirón de factura a la altura de la alta cocina internacional pero permaneciendo fiel a la tradición y los sabores de la tierra.
Bodegas Trasmallo es uno de los establecimientos que ha ganado fama por sus croquetas cremosas de pollo y jamón, que desde el primer bocado trasladan al comensal a las elaboradas en casa con la carne propia del cocido o puchero.
Taberna San Cristóbal es dirección obligada de los croqueteros. En Ciudad Jardín, los hermanos Pedro y José Luis Salcedo revisan y enaltecen el recetario familiar con sus croquetas de jamón, bacalao o rabo de toro, elaboradas a partir de su guiso.
Aunque si por algo son famosos es por su croqueta de araña, que resulta sorprendente, envolvente y 100% delicada en el paladar del comensal más avezado.
A la cabeza de la innovación está el chef Paco Villar y sus croquetas esféricas enTerra Olea. Están elaboradas con leche de oveja de Calaveruela. Ya de por sí la materia prima es insuperable, pero el punto casi líquido que estalla en la boca del comensal y el delicado rebozado en panko son inolvidables.
Pero si lo que buscamos es una elaboración más clásica, es imprescindible pasarse por La Taberna de Almodóvar. Su receta es un secreto familiar que ha pasado de generación en generación. Lo único que sabemos es que lleva jamón, pollo, merluza y huevo duro integrados en una bechamel cremosa bajo una fritura perfecta cocinada entre 170 y 180 grados. El actual gerente, Ángel Sánchez, asegura que "el creador fue el Tío Ricardo". Una herencia que, sin duda, les ha dado muchas alegrías.
Antonio Jiménez, en Taberna La Montillana suele crear diferentes tipos de croquetas a lo largo del año, si bien las de jamón ibérico son deliciosas y perennes en su carta.
A la hora de hacer la roux (masa) de las croquetas busca la materia prima más premium que puede encontrar y eso se nota en el resultado final, que es capaz de transportar al comensal al origen de cada sabor.
Y para completar la experiencia croquetera, lo mejor es dejarse aconsejar por cualquiera de los miembros de su equipo y gozar de un acertado maridaje con cualquiera de la extensa selección de vinos que tienen, especialmente de Montilla-Moriles y de la provincia de Córdoba en general.
Matraca Bistró es el lugar perfecto para degustar platos únicos, originales y nada parecidos a lo que cualquier foodie que se precie haya probado hasta el momento. Ahora mismo sirven croquetas granujas de ibérico en salsa campera, pero bien podrían tornar en cualquier otra 'locura' culinaria resultado de una buena sesión de brain storming entre su equipo de I+D+I, con Periko Ortega a la cabeza.
Hasta el barrio cordobés de Poniente peregrina gente de toda la ciudad para darse un homenaje en El Aura con su surtido de croquetas cremosas. A diferencia de otros sitios, no destacan por su tamaño, pero sí por su punto perfecto de fritura y su delicada roux.
Y para los amantes de la cocina tradicional pero con la factura y el servicio de los restaurantes más elegantes, Victoria 57 es una recomendación sin peros. Sus croquetas caseras de jamón ibérico y pollo de corral son una maravilla, que preparan el paladar y el ánimo para una comida propia de grandes goumands.
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