¿Por qué las mesas bailan en Córdoba?
Hasta el próximo 9 de marzo permanecerá abierta la exposición 'Las mesas danzantes' en el C3A de la capital
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El Centro de Creación Contemporánea de Andalucía acogerá hasta el próximo 9 de marzo la exposición Las Mesas Danzantes, inédita para el C3A de Córdoba, de Mercedes Azpilicueta. La argentina explora el espacio creativo que emerge a través del espiritismo, reconstruyendo la vida de Amalia Domingo Soler, la divulgadora más carismática del movimiento espiritista en el mundo hispano y precursora de la igualdad de género. Domingo Soler dedicó su vida a la defensa de una sociedad más justa e igualitaria, expresando sus ideales a través de numerosas publicaciones. En esta exposición, algunos de sus escritos, presentes en sus primeras ediciones, son el punto de partida para deambular entre dos mundos, desvelando cómo el espiritismo se convirtió en un movimiento emancipador para mujeres artistas que se encontraban severamente limitadas por las normas patriarcales de la época.
En el universo creado por la artista argentina para la sala T3 del C3A, deambulan personajes espectrales inspirados en los protagonistas de los libros de Amalia Domingo Soler, seres trashumanos e inquietantes. El espectador se adentra en un mundo donde la frontera entre lo real y lo onírico, entre lo material y lo espiritual, se difumina a través de un juego de luces y sombras. Las mesas parecen danzar al compás de una instalación sonora que envuelve todo el espacio expositivo, sugiriendo gestos performativos que oscilan entre lo coreográfico de lo invisible y lo espontáneo. Esculturas tridimensionales, vestidas con indumentaria típica cordobesa, mesas suspendidas en el espacio, elementos textiles, y paredes decoradas con una serie de dibujos realizados por la artista específicamente para esta exposición, crean un ambiente donde las sombras se revelan gradualmente, haciendo que el espectador pierda la noción de la realidad y se sumerja bajo la influencia de fuerzas invisibles en un universo que trasciende lo tangible. Esta exposición se convierte en una experiencia inmersiva, donde la percepción no se limita a la vista, sino que involucra todos los sentidos, permitiendo visualizar lo etéreo y lo espiritual, recordándonos cómo el arte puede hacer visible lo invisible, tal como Victor Hugo intentó con sus mesas giratorias.
Azpilicueta crea personajes imaginarios que deambulan en un ininterrumpido ir y venir, entre tiempos, entre sueños y pesadillas; entre los límites del lenguaje y la potencialidad expresiva de la imagen, en una sala fantasma que escapa a todo control ejercido por la razón. Sonidos cavernosos, que evocan comunicaciones con personajes etéreos y fantasmales provenientes de los libros de Amalia Domingo Soler, sumergen al visitante en un espacio imaginado y de alteridad, donde confluyen historias que apelan al lugar político del movimiento espiritista. La labor de interpretación y predicción, llevada a cabo por mujeres, requería un fuerte grado de intuición y sensibilidad hacia todo aquello que permanece invisible a los ojos. En este caso, Domingo Soler, casi ciega al mundo terrenal, poseía una visión que trascendía la vida.
El entramado de obras de Mercedes Azpilicueta en Las Mesas Danzantes invita a un recorrido a través de texturas, imágenes, sonidos cavernosos y olores, donde lo real y lo espiritista colapsan sus fronteras. Las Mesas Danzantes desarman la idea de la realidad como refugio de lo seguro y estable; y la razón, que migra por momentos hacia lo inexplicable, pierde su lugar de último bastión, dejándonos a la intemperie de un deambular errante.
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