El monumento de Córdoba en torno al cual se decidió el futuro de Castilla
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Pedro I y Enrique de Trastámara batallaron en sus proximidades en su lucha por el trono castellano
Juana La Loca mandó instalar a comienzos del siglo XVI una barbacana defensiva
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La Torre de la Calahorra es una de las grandes desconocidas de la ciudad. Su imponente perfil domina la Ribera de Córdoba desde la margen izquierda del río Guadalquivir a su paso por la ciudad. Desde el siglo XIII ha sido testigo y custodio de la historia de la capital.
Durante siglos tuvo un papel determinante en el control y defensa. No en vano, ya aparece mencionada en alguna fuente árabe sobre Al-Ándalus, y en no pocos relatos relativos a la Reconquista en tierras cordobesas.
De hecho fue un auténtico quebradero de cabeza para Fernando III, pues dificultó la entrada por el puente del rey de Castilla en la conquista cristiana de Córdoba. Pero los enfrentamientos no sólo fueron entre musulmanes y cristianos. En la segunda mitad del siglo XIV Pedro I y Enrique de Trastámara batallaron en sus proximidades en su lucha por el trono castellano.
El ganador fue Enrique II, que mandó reparar la Calahorra. En el proceso se le añadió una torre, con foso y puente levadizo. De su paso, quedó un escudo de armas de Castilla y León en la fachada oriental.
El aspecto del monumento evolucionó gracias al desarrollo de la artillería y la aparición de la pólvora. Desde finales del siglo XV se hicieron necesarias troneras "de orbe y cruz", desde donde disparar con pólvora.
Aunque siempre estuvo bastante aislado del conjunto de la ciudad, su entorno fluvial y agro-ganadero estuvo ocupado por los corrales. También hubo por esos lares algún mesón y puestos de venta de productos locales.
Juana I de Castilla, más conocida como Juana La Loca, mandó instalar a comienzos del siglo XVI una barbacana defensiva, que le dio un aspecto muy parecido al actual.
Producto de las tres culturas
Desde entonces, fueron muchos y muy variados los usos que se le dieron a la robusta torre. Fue en el siglo XVIII cuando se utilizó como cárcel para la nobleza cordobesa y posteriormente escuela de niñas de El Campo de la verdad en el siglo XIX. A principios del siglo XX fue declarada monumento histórico artístico
Desde 1985 la titularidad pasa a manos del Ayuntamiento de Córdoba, que dos años después confía el edificio a la Fundación Roger Garaudy, actualmente Fundación Paradigma Córdoba. Y será ésta la que lo convertirá en sede del Museo Vivo de al-Andalus, una oda a la interculturalidad y la convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes.
Se distribuye en ocho salas. Un auténtico viaje por la cultura en Al-Andalus y por todo lo positivo derivado de la colaboración entre cristianos, judíos y musulmanes.
Una muestra, sin duda, donde imperan los valores pedagógicos, y del entorno natural y urbano que lo rodean.
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