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Ser jardinero en un lugar como el Palacio de Viana de Córdoba no es cosa menor. De hecho, Manuel Calvo, el profesional que ocupa este cargo desde hace más de una década, se ha convertido en protagonista de un extenso reportaje que el diario El País, en su sección de Estilo de Vida, dedica al famoso emplazamiento cordobés. El País,
Calvo cuida con mimo todo el corpus botánico del Palacio, pero confiesa su cariño por la encina (Quercus ilex), con casi 400 años de vida, y ubicada en un jardín con un trazado de inspiración francesa. "Es la especie botánica más importante del palacio", asegura, "una antigua habitante de la huerta que había aquí con anterioridad al jardín".
Como no podía ser de otra forma, el famoso periódico se rinde a la exuberancia y el embrujo de sus patios, sobre los que dice: "Como los brillantes de una pulsera o las guindas de un pastel, ornamentan y estructuran la construcción palaciega".
Y destaca: "Una de las especies más impactantes que podemos encontrar no tiene un gran tamaño. Es la centaurea cineraria (Centaurea cineraria subsp. cineraria), una planta que proviene de una sola isla del archipiélago toscano, la isla de Capraia". Éstas "se encuentran en el famosísimo Patio de las Rejas, con sus tres ventanales enrejados abiertos a la calle, para que todo aquel transeúnte que pasara por allí pueda contemplar el poderío de la familia".
De arquitectura manierista, el Patio de las Rejas es uno de los más icónicos del Palacio en el imaginario colectivo de la ciudad. Su abundante vegetación dota al espacio de color verde abundante que se mantiene a lo largo del año.
Sobre sus muros se desperezan los árboles y alrededor de la fuente central, se dispone una amplia flora compuesta de geranios, gitanillas, cinerarias híbridas, centaureas o calas, dependiendo de la época del año.
No obstante, lo que más llama su atención es el particular sistema de acceso que conecta los 12 patios y que se articula como una matrioshka, matrioska o muñeca rusa.
Su poder de atracción consiste en que se encuentran huecas y en su interior albergan una nueva muñeca, y esta a su vez a otra. El número varía. Suele oscilar entre cinco y el número que se decida -siempre que éste sea impar.
Este juego de ingenio y paciencia -a partes iguales- se caracterizan por contener muñecas multicolores, o por la presencia de elementos decorativos en la pintura tales como jarrones o recipientes sostenidos por las muñecas.
Sus protagonistas interiores pueden ser iguales entre sí o diferenciarse en la expresión de la cara o en el recipiente que sostienen.
Pues algo similar ocurre en Viana: "Para quien nunca haya estado aquí, ha de imaginarse los 12 patios del Palacio de Viana como una muñeca matrioska: se entra en uno que lleva a otro, y este segundo lleva a un tercero, por cuya ventana a través de un muro se ve un cuarto. Esta promesa de que siempre hay uno más nos hace sentir como niños descubriendo una caja de bombones llena de sabores diferentes", recalca el diario.
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