Las cuatro puertas de Córdoba que te harán viajar en el tiempo
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La Puerta de Almodóvar, la de Sevilla, la del Puente y la de la Luna dan la bienvenida al visitante a los barrios con más encanto de la ciudad
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Como en los grandes cuentos clásicos, en Córdoba son varias las puertas que deciden el destino del visitante. Misteriosas, hermosas e imponentes, quien desee acceder al corazón de la ciudad lo primero que deberá elegir es por dónde hacerlo. ¿Será por la Puerta de Almodóvar? ¿Quizás por la Puerta de Sevilla? ¿Se decantará por la Puerta del Puente o quizás preferirá cruzar la Puerta de la Luna?
Sea como fuere, dichos accesos son el salvoconducto necesario para internarse en cuatro de los núcleos de mayor valor artístico y patrimonial de Córdoba.
En las proximidades del Alcázar de los Reyes Cristianos y por la calle Cairuán se llega a la Puerta de Almodóvar, que es en gran proporción obra cristiana del siglo XIV. En época romana se la bautizó como como la Bad al-Yawz y es el único acceso que sigue en pie de los nueve que mandó edificar Abderramán I. Si bien fue sometida a un proceso de restauración en 1802, se han mantenido prácticamente íntegras las almenas y el adarve. La Puerta conforma un bello conjunto con la escultura del filósofo y dramaturgo cordobés Séneca, que está ubicada justo en frente.
La Puerta de la Luna es un acceso directo al barrio de La Judería si partimos desde el Alcázar Viejo o desde la calle Dr. Fleming.
En su origen, la calle de la Luna o de Villaceballos, que es justo a donde da la Puerta de la Luna, era un callejón sin salida. Sin embargo, posteriormente se abrió la puerta de la Luna en la zona oeste de la muralla. Exactamente se hizo sobre una casa palaciega del obispo Salizanes, que a su vez se erigió sobre antiguas casas judías. Esta obra data del siglo XVII: se construyó un pasadizo alargado que atravesaba la casa.
Cuando el transeúnte atraviesa el arco y el pasadizo, llega a una pequeña plaza presidida por una fuente adosada a la pared frontal. Se trata de un proyecto (1964) de José Rebollo y es un homenaje al dios Pan, simbolizado por un niño tocando la flauta. La escultura es de Rafael García Rueda, quien se inspiró en la cara de su propio hijo como modelo. Está coronada por una cartela barroca de piedra y más adelante se levanta una columna rematada con la imagen de la Virgen de Luna.
Si nuestra decisión es recalar en el San Basilio, famoso por la hermosura de sus patios, habremos de hacerlos a través de la Puerta de Sevilla. Se llama así desde el Medievo por ser la salida que más directamente conectaba con la provincia vecina. No es demasiado grande. De hecho, consta de un único vano adintelado. Estudios recientes apuntan a que esta construcción data de época islámica y que su función no sólo fue militar sino también de acueducto.
Frente a la Puerta se levanta el monumento en honor a Ibn Hazam en el siglo XX, obra del escultor Ruiz Olmos. Hay un agradable paseo desde la Puerta Sevilla hasta el río, siguiendo la muralla, obra cristiana del siglo XIV, y que fue levantada como defensa del Alcázar de los Reyes Cristianos.
Presente para un monarca
Miles de cordobeses y visitantes pasan cada día por la Puerta del Puente de Córdoba. Sin embargo, son muchos los que ignoran la verdadera importancia de esta construcción que data del siglo XVI y que se levantó con motivo de la visita del monarca Felipe II a la ciudad.
En la Córdoba romana, una urbe totalmente amurallada, fue uno de sus principales accesos. Apenas ha llegado información hasta nuestros días sobre qué aspecto tenía. No obstante, parece que estaba rematada por una estatua. Seguramente la representación fue de Venus, diosa romana del amor y que ejerció como protectora de la ciudad
Ya en época árabe fue la puerta más importante de la ciudad, muy cercana al Alcázar Califal y era conocida bajo diversos apelativos: Bab al-Qantara (Puerta del Puente), Bab al-Wadi (Puerta del Río), Bab al-Sura (Puerta de la Estatua) o Bab al-Yazira (Puerta de Algeciras), pues era ruta sureña de entrada a Córdoba.
Si bien su aspecto actual está auspiciado por el diseño del arquitecto cordobés Hernán Ruiz III -que la dotó del carácter monumental que podemos ver hoy en día- su pasado se remonta muchos siglos atrás.
Está construida en tres cuerpos y sus dos extremos están rematados con columnas estriadas. El centro es un vano adintelado coronado con frontón curvo.
A comienzos del siglo pasado fue separada de las construcciones que la custodiaban y se rebajó el terreno hasta recuperar la altura original.
Fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, conjuntamente con el Puente Romano y la Torre de la Calahorra. Y es un elemento destacado del Centro Histórico de Córdoba, declarado Patrimonio de la Humanidad.
De incuestionable belleza clásica es actualmente una de las tres únicas puertas históricas que aún se conservan en la ciudad de Córdoba, siendo sus compañeras de terna la Puerta de Almodóvar y la de Sevilla.
A día de hoy la Puerta del Puente alberga una Sala de Exposiciones permanente, que muestra su historia a través de una muestra de textos e imágenes, y un Mirador situado en la parte superior, desde donde hay una panorámica espectacular del Casco Histórico de la capital.
Se trata de un monumento visitable aunque está temporalmente cerrado.
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