"Los volantes y los lunares son de aquí, no de otra parte"
Mila y Rocío Montero | Directora creativa y ejecutiva de la firma Lina 1960
Hablamos con Mila y Rocío Montero, directoras de la firma Lina 1960 con motivo de la apertura de su nuevo taller en la C/ Álvarez Quintero, en Sevilla
Así es el nuevo taller de Lina, la firma de trajes de flamenca
Pasear por el casco histórico de Sevilla es reparar en los escaparates de sus comercios locales, esos que llevan media vida en la ciudad y son los que no se entiende ni la historia de la urbe ni la fisonomía de sus calles. Ubicado desde hace más de 40 años en la calle Lineros, el taller de Lina es uno de esos escaparates en los que la vida se detiene cuando uno se para a mirarlo. Elegante, discreto y siempre con un revuelo de volantes, ese escaparate en el que las amantes de la moda flamenca se han regodeado durante horas se traslada a la calle Álvarez Quintero, donde Mila y Rocío Montero, directoras creativas y ejecutivas de Lina 1960, han decidido ubicar su nueva tienda-taller.
Bastante próximo a la Plaza del Salvador, el nuevo taller de la firma de moda flamenca Lina se presenta como un coqueto rincón en el que también parece detenerse el tiempo para deleite de clientas y viandantes, que curiosos se detienen a observar el nuevo escaparate que adorna la calle y donde hasta hace muy poco ha podido verse la espectacular bata de cola que la firma hizo para Rosalía y su gira Motomami. Con una nueva línea de negocio, un proyecto ilusionante y muchas ganas de empezar a plantear las próximas propuestas en moda flamenca, Mila y Rocío Montero nos abren las puertas de su nuevo taller y nos cuentan sus próximos planes.
-¿Qué las ha llevado a hacer un cambio de ubicación en el taller después de 40 años?
-Una remodelación de la tienda. En el otro espacio había que hacer una obra muy grande y nos pareció un buen momento para hacer el cambio. Aunque ha sido un cambio natural.
-¿Cómo ha sido hacer una mudanza de esa envergadura?
-Ahora mismo ha sido un traslado intenso, más por lo físico que por lo sentimental. El cambio ha sido enorme y, aunque se nos moviesen sentimientos, el día a día te imponía el tener que seguir. En ese proceso han aparecido muchas tela, volantes y retales que hemos ido donando. Al principio lo íbamos agrupando, pero había tal cantidad de material y, en una proporciones tan pequeñas, que sólo podíamos donarlo. A las hermandades, a una señora que hace detallitos, a un amigo que tiene en casa una Virgen y la viste, a las propias niñas del taller…
-Sostenibilidad, artesanía y cultura son los pilares de la firma. ¿Es la forma de diferenciarse y perdurar en el tiempo?
-Estos conceptos a los que les hemos puesto nombre son la herencia de nuestros padres. Ellos siempre estaban en la búsqueda de tejidos más buenos, tejidos diferentes, patronajes más cómodos… Con eso conseguían trajes que durasen más en el tiempo. La sostenibilidad, que antes era un concepto que todo el mundo manejaba, aunque no se le diese nombre, siempre estaba presente. Ese concepto lo queremos seguir manteniendo y, además, añadirle al proceso telas sostenibles. Las vamos introduciendo poco a poco porque no todos los tejidos son aptos para el traje de flamenca. Hay que estudiar cómo se van incorporando. Sostenibilidad es también que todas las personas en el taller estén dadas de alta. Además, intentamos que aquí todo el mundo se sienta como en casa.
-Entonces, cuando se habla de Lina como Casa es casa en todas sus acepciones, ¿no?
-Intentamos ser como una familia. Por ejemplo, en la mudanza hemos estado todos a una y eso es algo que nunca me cansaré de agradecer. Porque una cosa es lo que te corresponde hacer porque es tu trabajo y otra la implicación emocional y personal que tienen nuestras trabajadoras. Hay cosas que no se pagan con dinero y eso me emociona. Ha sido un proceso muy intenso y veíamos que no nos daba tiempo a llegar para preparar la temporada flamenca, pero trabajando todos juntos lo hemos conseguido.
-Hablando de temporada flamenca, todo parece indicar que este año será el primero normal desde la pandemia. ¿Cómo afrontan una temporada con todas las de la ley y, a priori, sin incertidumbre?
-La verdad es que el año pasado nos pilló de sorpresa el boom porque la gente se volvió loca y empezó a demandar trajes de flamenca. Muchos compañeros tuvieron que decir que no a algunos pedidos porque no estaban preparados para una demanda tan alta en tan poco tiempo. Todo apunta a que este año será igual, por eso queríamos hacer el cambio de taller antes de la temporada flamenca, para que nos diera tiempo.
-¿Se podría plantear esto como el inicio de una nueva etapa?
-Es como cuando te mudas a una casa nueva, que se produce un cambio dentro de ti. Algo similar nos ha pasado. En la pandemia empezamos una línea de kimonos bordados y ahora queremos terminar de desarrollarla como algo más de Mila y mío. No es que antes esto no lo sintiéramos nuestro. Durante los últimos años de mi madre ella participaba mucho menos, aunque nunca lo dejó porque era llegar a la tienda y ponerse contenta, pero era más por entretenerse. Como en la pandemia empezamos con una nueva línea y ahora sólo queremos hacerla más estable. Este sector tiene el gran problema de la temporalidad y al final tienes que encontrar el equilibrio. La pandemia nos ha servido un poco para eso.
-Cuando falleció su madre todo el mundo de la moda se deshizo en alabanzas, ¿creen que ella fue consciente del papel tan importante que tuvo?
-Ella se fue satisfecha. El negocio eran mi padre y mi madre y mi padre fue el que se quedó en la sombra y la dejó a ella, algo muy moderno para la época. Antes los hombres eran los que mandaban y mi padre le cedió todo el protagonismo, aunque el trabajo fue a partes iguales. Nos hubiera gustado que mi padre hubiese estado más tiempo, porque lo que mi madre disfrutó al final, él se lo perdió. Pero fueron felices trabajando junto y creando algo desde cero. Mucha gente viene por aquí y nos habla maravillas de ellos y nada nos puede dar más satisfacción. Que te digan que un traje de flamenca es bonito no es lo mismo que que te digan lo buenos que eran tus padres.
-¿La moda flamenca está realmente valorada?
-Cada vez más y la estrategia que ahora estamos trabajando es la de ponerla en valor, la de hacer ver que la moda flamenca es cultura, es artesanía y es algo nuestro. No tiene que venir nadie de fuera para decírnoslo. Al final todos los diseñadores ponen volantes y lunares. En la colección nueva que vamos a sacar queremos poner en valor eso, nuestros bordados y volantes. Son diseños de inspiración andaluza y atemporal que pone alza nuestra cultura. Prendas de fondo de armario con flecos y bordados que las puedes llevar en tu día a día. Los volantes y los lunares son de aquí, no de otra parte.
-¿Qué le espera a Lina 1960 en 2023?
-Lo primero es que vamos a trabajar mucho los flecos y el bordado. Todavía estamos aterrizando un poco y no nos ha dado tiempo a ponernos, pero colección de flamenca vamos a tener. No sabemos si vamos a presentarla, al igual que la colección de prêt-à-porter, pero habrá. Ahora hay que trabajar a marchas forzadas.
-Dicen que bajo presión se trabaja muy bien…
-¡Y tanto! Cuando este verano le hicimos la bata de cola a Rosalía, fue… pero salió. Tuvimos una suerte enorme de que ella quisiera contar con nosotras. Es encantadora, ¡qué persona tan buena, generosa y cariñosa!
-¿Cómo se hace una bata de cola de esas proporciones?
-¡No te lo puedes ni imaginar! Nosotras no parábamos de decirle ¡pero tú sabes cómo es una bata de cola así! No sólo se trata del largo, también es el ancho y el peso. Cuando fuimos a hacerle la prueba le dijimos que la hiciese con todos los bailarines porque la bata de cola pesaba una barbaridad. Y luego tienes te que mover esos doce metros… Ella nos dejó libertad creativa total y absoluta, pero nos habría gustado haber tenido un poco más de tiempo.
-Han vestido a reinas, princesas y ahora a Rosalía, ¿puede ser la perfecta radiografía de la evolución de la moda flamenca?
-Sí. En Lina siempre se han vestido a las artistas más top y ahora la segunda generación estamos vistiendo a las nuevas artistas del momento. Aunque el impacto de Rosalía es inimaginable.
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