Proyecto de una ONGD de Córdoba en África Occidental

La vida en Guinea-Bissau: “Solo ir a comprar el pan es ya una experiencia”

  • Marie Faisandier y Nuria Perea están al frente del proyecto que Bosque y Comunidad lleva a cabo en la línea fronteriza entre el país guineano y Senegal

  • El proyecto: Diques contra la pobreza

Nuria Perea, técnico de ByC, dialoga con la población de una comunidad.

Nuria Perea, técnico de ByC, dialoga con la población de una comunidad. / El Día

La francesa Marie Faisandier y la granadina Nuria Perea están al frente del proyecto que la ONGD cordobesa Bosque y Comunidad desarrolla en cuatro núcleos rurales de la línea fronteriza entre Guinea-Bissau y Senegal, en las regiones de Cacheu y Ziguinchor, donde con perspectiva de género y la sostenibilidad como pilares básicos tratan de mejorar la calidad de vida de los poco más de 8.000 habitantes de una de las zonas más precarias del mundo.

Ambas, en conversación con El Día, tienen claro que “vivir en Guinea-Bissau es una experiencia única”. Con sus cosas buenas, y sus cosas malas, por supuesto. “El país y sus gentes son maravillosos, y uno se siente tan a gusto… la gente te acoge muy bien”, señala Perea, una opinión que Faisandier amplía: “Es un país en el que tienes que vivir para poder aprovecharlo al máximo. Es un país muy interesante a nivel cultural, porque ha conservado muchos mitos, historias, de los templos antiguos, que todavía existen, por lo que hay una cultura muy profunda”.

Aunque, claro está, todo eso obliga a la adaptación de quien llega de Europa, porque los contrastes son muchos y variados, sobre todo teniendo en cuenta que “hay también más de 30 etnias diferentes, por lo que en función de la zona donde trabajas, es un aspecto a tener en cuenta, pues cada una tiene su calendario cultural y sus particularidades”, puntualiza la coordinadora de Bosque y Comunidad, donde tienen claro que “existe un desgaste físico y mental para poder adaptarte a los ritmos”.

“Un día en Guinea Bissau está lleno de aprendizaje; solo ir a comprar el pan es ya una experiencia súper interesante”, insiste Faisandier, que recuerda acto seguido que “puede haber algunas dificultades en la forma de trabajar, pero por eso somos cooperantes, pues se trata no solo de gestionar un proyecto, como podría hacerse en otros países, sino que también hay que tener mucha capacidad de adaptación y comprensión. Hay que tener mucha paciencia; eso es una cualidad muy importante en cooperación”.

Y es aquí donde las dos integrantes de la ONGD destacan algunos de los problemas con los que tienen que lidiar en su día a día. “Vivir aquí es aceptar vivir en un país donde las carreteras no están en buen estado, más aún en época de lluvias, por lo que hay dificultad para hacer viajes o misiones de trabajo, para pequeñas cosas de la vida que para nosotros en Europa son muy fáciles, pero que aquí pueden resultar bastante complicadas”, destaca de inmediato Marie, antes de que Nuria abunde en que “hay muchísima falta de infraestructuras básicas; las principales carreteras son de la época colonial y no han tenido mantenimiento, por lo que para desplazarnos 100 kilómetros tardamos tres horas”.

Dos mujeres muestran granos de arroz. Dos mujeres muestran granos de arroz.

Dos mujeres muestran granos de arroz. / El Día

La granadina va más allá en su explicación: “Guinea Bissau es un país un poco complejo, en primer lugar porque existe muchísima inestabilidad política y eso hace que todos los objetivos a largo plazo nunca terminan por definirse porque siempre hay cambios de gobierno. Yo creo que ahí está la causa de muchos de los problemas de este país”.

Pero no es el único. Perea incide en algo básico, y es que el sistema de salud es “muy precario, está entre los cinco más precarios del mundo”, por lo que ante cualquier contratiempo serio en forma de enfermedad la solución pasa por regresar a Europa, aunque “muchas veces la gente suele ir a Senegal para poder hacer tratamientos más complejos”. “También muchas veces tenemos el riesgo de que si estamos fuera de Bissau, que es donde está el hospital, estamos expuestos a un peligro mayor”, añade.

Y a continuación se detiene en algo básico como adquirir productos de alimentación, pues “no hay casi nada de producción nacional, todo viene importado, y por tanto los precios son bastante caros”. De esta manera, “para poder tener una alimentación más allá de arroz y pescado, un poco más nutritiva, tienes que tener un poder adquisitivo mayor… y tampoco se encuentra de todo”.

Ya por último, y no menos importante, Faisandier se detiene en un aspecto clave en la labor de ByC, el aspecto de género, sobre el que “hay muchos desafíos aún”. “Hay una gran desigualdad y las mujeres todavía están alejadas un poco de los poderes políticos, económicos y sociales, porque se quedan en casa a hacer las tareas domésticas. Es por eso que en nuestros proyectos insistimos en la cuestión de género, para intentar mejorar este aspecto y dar las mismas posibilidades a las mujeres, sobre todo en las aldeas bastante aisladas”, relata Marie, que por su labor de coordinadora tiene que trabajar a veces con hombres y “a ellos les cuesta ver que una mujer tenga ese rol de poder de decisión”.

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