Libros

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En La bibliomula de Córdoba, la novela gráfica de los franceses Wilfrid Lupano (guionista) y Léonard Chemineau (dibujante) se recrea una historia que parte de un hecho cierto: intentar rescatar de las llamas parte de la inmensa biblioteca de Medina Azahara, seña de identidad de los califatos de Abderramán III y Alhaken II. Lo intentó Almanzor, porque tenía claro que los libros, el conocimiento, eran su enemigo. En Tinta y fuego, Benito Olmo narra el expolio cometido por los nazis durante la II Guerra Mundial en su empeño por destruir y controlar buena parte de las bibliotecas de las zonas invadidas. Los trenes alemanes recorrieron Europa con los libros sustraídos, en dirección al fuego o al olvido. Dos reconstrucciones, desde la ficción, de unos hechos históricos, que nos trasladan inevitablemente a Farenheit 451, de Ray Bradbury. Esa distopía que recrea un mundo sin libros, ya que son considerados como una especie de maligno virus que debe ser combatido y eliminado. Libros que arden, el fuego como destino. Bradbury no deja de recrear una constante a lo largo de los siglos: el empeño de los fanatismos por controlar/eliminar los libros, al considerarlos como un verdadero enemigo, de muy poderosos y desconocidos efectos.

La historia de los libros está asociada a la evolución y transformación de los soportes, de la piedra a las pantallas actuales, pasando por los papiros o la imprenta, pero también a la obsesión de sus enemigos por tenerlos bajo su mando. Cada vez que se acerca el Día del Libro, 23 de abril, sacamos a la palestra un ramillete de frases y reflexiones, que no por manidas y repetidas dejan de ser ciertas. Los libros son espacios de libertad y de conocimiento, y por eso los autoritarios, los empeñados en el pensamiento único, los consideran sus enemigos. Los libros muestran otras realidades, otros mundos, otras visiones, y por eso quienes tratan de imponer su ideario los consideran como enemigos a combatir.

Cada 23 de abril renuevo mi deuda, compromiso y amor con los libros. Junto a la música, la relación/compañía más estable, cálida y deseada que he mantenido y mantengo a lo largo de los años. Parte fundamental de lo que soy, de lo que seré. No me cuesta reconocer que le debo la vida a los libros, a lo que significan, a lo que representan, a lo que realmente son. Cada 23 de abril celebro que la lectura llegara a mi rutina, que se instalara en mi tiempo y en mis hábitos para no irse. Siempre a mi lado. Estoy completamente seguro de que sin los libros mi vida sería mucho peor, más aburrida, menos mágica, más plana, más vacía. Y, por tanto, yo sería, inevitablemente, mucho peor.

Porque se dice y se repite mucho por estas fechas, pero por eso no deja de ser cierto: los libros nos hacen mejores. Más libres, más sabios, más integrados en este mundo y en sus diferentes avatares. Por eso es comprensible que a los libros se les atacara, se les tratara de arrinconar y destruir, son unos aliados muy poderosos, una gigantesca influencia, que nos transforma en un peligro, en una amenaza, para todos aquellos que quieren una sociedad adocenada, pálida, muda e ignorante.

Recelamos de las conmemoraciones diarias, el día del agua, del cáncer, del amor, de la lluvia, del clima… Puede que desconfiar sea una palabra más acertada en este caso. Pero muchos de estos días, como el de la mujer o la violencia del género, consiguen que datos, realidades y situaciones muy diversas salgan a la palestra, y sean de dominio público. Y aunque solo sea por un día, tomamos conciencia. Pero también puede que haya quien adquiera esa conciencia de forma permanente. Puede ser.

El 23 de abril sabremos los datos editoriales, de ventas, de lectura y demás, pero sobre todo los libros saldrán a la calle, los tendremos más cerca que habitualmente. Es importante especialmente para todos aquellos que no han adquirido el hábito lector. Tal vez en el encuentro surja el flechazo, nunca rechacemos cualquiera de las posibilidades. Y, sobre todo, nunca rechacemos el abrazo de los libros, que tal vez se convierta en el más estable y cálido que encontremos en nuestra vida.

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