Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Series y cine
El Paseo de la Fama, el Observatorio Griffith, La Brea, el Muelle de Santa Mónica, la playa de Venice... Son algunos de los escenarios de Los Ángeles que los aficionados al cine tenemos en la retina y que se sienten, al pisarlos, casi como un barrio más de la ciudad propia. Es algo parecido (aunque la Gran Manzana es colosal y abrumadora) a esa percepción de estar casi en casa la primera vez que se visita Nueva York, de tantas veces como hemos paseado entre sus rascacielos, ya sea en la oscuridad de una sala de cine o en la comodidad de nuestro salón.
Ya que hablamos de cine, una parada ineludible para cualquier aficionado que visite Los Ángeles (aparte del ya mencionado Paseo de la Fama, el Teatro Chino o el Dolby, hogar de los Oscar) es acudir al verdadero corazón de Hollywood, los estudios de cine de los que salen las historias que llevan más de un siglo alimentando los sueños de generaciones de pequeños y mayores por todo el mundo.
Es cierto que del glamour de la edad dorada de Hollywood apenas quedan retazos, y no lo es menos que viajar a Los Ángeles no es ni rápido ni barato (si tienen la ocasión de hacerlo, reserven un rato para uno de los diversos tours que hay por los estudios).
Pero hay otras opciones más cercanas para que un amante del cine y de las series de televisión pueda asomarse tras la cortina y atisbar siquiera una pizca de esa trastienda donde ocurre la magia que hace que una historia pase de ser una simple idea en la cabeza de un creador o un boceto en una servilleta a convertirse en un largometraje o una serie, de ficción o no ficción, que llegue a millones de espectadores (y quizás también alimente sus sueños) en los más de 190 países en los que opera Netflix.
La plataforma ha inaugurado esta semana la segunda fase del ambicioso centro de producción que ha construido en la localidad madrileña de Tres Cantos. Un complejo de 22.000 metros cuadrados con diez enormes platós de rodaje, decenas de salas de edición y postproducción con las últimas tecnologías, oficinas, salas de vestuario y maquillaje y, en definitiva, casi todo lo que hace falta para plasmar en la pantalla una idea y tenerla lista para su distribución.
La presentación oficial de esta ampliación incluyó una sesión con representantes del Gobierno como el ministro Miquel Iceta, ejecutivos de Netflix y creadores de algunos de los títulos que han producido en España (y que contamos aquí), que fue el colofón a una jornada en la que los medios pudimos visitar los estudios en los que se ruedan en este momento series como Élite o Kaos o largometrajes como La sociedad de la nieve de Juan Antonio Bayona.
Un recorrido en el que pasamos también por las salas de montaje y del que, por desgracia, ni pudimos fotografiar todo lo que nos hubiera gustado ni tampoco ahora podemos contar todo lo que nos mostraron. Mejor no desvelar los secretos de los magos.
En este complejo de Netflix se graba ahora la séptima temporada de Élite, la serie española más longeva de la plataforma, que ocupa varios de los estudios de Tres Cantos y cuya sexta entrega está recién estrenada. El paseo por estos sets de rodaje se limitó a escenarios que ya hemos visto en la pantalla para mantener el secreto de qué nuevos espacios aparecerán en los próximos capítulos.
Así, pasamos por las distintas estancias del piso de los influencers Sara y Raúl (Carmen Arrufat y Álex Pastrana) antes de llegar al instituto Las Encinas, donde nos esperaba uno de los creadores de la serie, Carlos Montero, que nos explicó que, cuando él y Darío Madrona (el otro padre de la serie) pensaron en cómo querían que fuese el colegio, contemplaron dos modelos, uno de corte más clásico “tipo Harry Potter” y otro más moderno, abierto y luminoso, que es por el que se acabaron decantando.
Montero definió estos decorados (vimos pasillos, clases y los conocidos vestuarios y duchas, “una parte importante de Élite, porque estudiar no estudian mucho”) como una “constante en una serie que cambia tanto como ésta”. El decorado de Las Encinas ha permanecido inalterable a lo largo de todas las temporadas, aunque ha crecido y se ha ampliado en estas nuevas instalaciones, una de cuyas mayores ventajas, añadió Montero, es tener en un mismo lugar las oficinas de producción, los sets de rodaje y los estudios de edición y postproducción.
El otro productor ejecutivo de Élite, Jaime Vacas, fue el encargado de presentarnos el espacio estrella de la sexta temporada, Isadora House, el club del personaje al que encarna Valentina Zenere. Un decorado de 900 metros cuadrados en varias alturas (en la ficción alberga en la parte superior un hotel al que se accede por una llamativa escalera) construido al detalle, con una singular estructura de luces LED, bar, baños y la habitación de lujo donde reside la propia Isadora.
Para crear este decorado (que, según Vacas, ejemplifica que Élite es una serie “que aspira a ir siempre un paso más allá; no queremos estancarnos”) se han inspirado en la arquitectura y el diseño de clubes neoyorquinos y en la cadena Soho House, hoteles y clubes exclusivos que ofrecen a sus clientes experiencias similares a las que proporciona Isadora House.
Una vez salimos del dormitorio de Isadora llegó el momento de apagar cámaras y grabadoras. Víctor Martí, director de postproducción de Netflix para España y Portugal, nos guió por algunas de las salas de edición en las que en estos momentos se trabaja en la propia Élite, Berlín (spin-off de La casa de papel), la segunda temporada de Sagrada familia o La sociedad de la nieve.
Las salas de montaje se reparten entre varios edificios en los que también hay tres salas de edición de color y otras tres de sonido, entre otros espacios de esta primera casa de postproducción propia de Netflix en el mundo, “innovadora y pionera”, en palabras de Martí, que destacó que no solamente pueden hacer uso de ellos los profesionales que trabajan para la plataforma: “Son infraestructuras al servicio de la comunidad creativa local”.
Tanto es así que en ellas se llevan también a cabo programas de formación como el ciclo Post Production Summit, en el que unos 300 productores, creadores, técnicos y estudiantes han asistido a talleres sobre producción virtual, efectos visuales, gestión del color o formatos como el HDR (imágenes de alto rango dinámico).
“Queremos que España sea referente en postproducción y efectos digitales”, incidió Martí, que destacó uno de los campos en los que este centro de Madrid ya lo es: el trabajo en remoto. Todos los materiales que se van rodando y editando se suben a la nube, para que pueda trabajar con ellos cualquier profesional desde cualquier rincón del mundo. Un sistema que implementaron durante la pandemia por necesidad pero que ahora se ha asentado y afianzado por sus indudables ventajas.
En otro de los platós de Tres Cantos -y mientras en sus salas de postproducción se edita lo ya filmado- termina Juan Antonio Bayona el rodaje de su largometraje La sociedad de la nieve, su visión del accidente aéreo de Los Andes de los años 70 conocido por otra película, Viven.
El propio director apareció en el set, visiblemente azorado por la prisa (y porque según dijo había parado la filmación en otro punto del plató para dirigir unas palabras a los medios), para hablarnos de este proyecto del que rueda sus últimas secuencias, aunque tras la claqueta final aún quedan meses de trabajo en las salas por las que habíamos pasado antes (como apuntó Félix Bergés, supervisor de efectos visuales, “nuestro trabajo empieza cuando el de los demás acaba”). Un año largo, desde octubre de 2021, llevan Bayona y su equipo con este proyecto, que arrancó con una primera toma de contacto en Los Andes, en el lugar del accidente, “para entender el espacio, el entorno y sus riesgos”.
En enero de este año comenzaron a filmar en España, donde construyeron no uno, sino tres aviones para recrear la tragedia. Uno de los aviones se colocó en Sierra Nevada, a 3.500 metros de altura, otro en una nave industrial y el tercero en un patio en medio de un olivar en el que nevó, probablemente por primera vez en su historia, aunque fuera de forma artificial (uno de estos aparatos contaba incluso con un ascensor para rodar con distintas alturas de nieve).
Desde Granada el equipo regresó a Uruguay, a localizaciones “por donde se movían los chicos y donde los actores pudieron reunirse con supervivientes y familiares de los fallecidos” (Bayona destacó aquí las bondades de ese reparto de jóvenes argentinos y uruguayos). Y de allí pasaron a Chile, al otro lado de Los Andes, donde se desarrolló el tramo final de la historia real y donde, recordó el realizador, cayó una nevada histórica durante su estancia que les permitió hacerse una mejor idea de las condiciones reales que debieron afrontar los accidentados. Casualmente, un gran alud se desplomó sobre el lugar donde habían estado tan solo un día antes.
En este gigantesco estudio había instaladas dos secciones del avión sobre sendas estructuras hidráulicas para simular distintos tipos de turbulencias para recrear el accidente (que incluía tanto el choque contra una montaña como el posterior deslizamiento por su pendiente).
En otra zona del estudio un especialista, encaramado a un asiento de avión que colgaba de un cable, fue zarandeado sin piedad por otro compañero, que iba ataviado con uno de esos conocidos trajes verdes para los efectos visuales. Juntos, nos mostraron los riesgos que afrontan los especialistas, ya sea en exteriores o, como en este caso, en un plató.
Alain Bainée, diseñador de producción de la película y responsable también de las localizaciones, explicó que uno de los retos de trabajar con tantos aviones distintos era hacer que en pantalla parezcan uno solo. Un trabajo que combinaba efectos visuales, mecánicos y el de los especialistas, todo para lograr el mayor realismo posible, tanto en el accidente en sí como en las siguientes etapas, con la rotura del aparato y su posterior descomposición en la montaña.
Tras dejar a Bayona y su equipo para que siguieran trabajando, pasamos a la última etapa de este frenético tour por las entrañas del centro de producción de Netflix: el plató donde se trabaja en los decorados de la miniserie Kaos, creada por Charlie Covell y que propone un acercamiento irreverente a la mitología clásica. El rodaje de esta comedia negra ha pasado en las últimas semanas por media Andalucía (Cádiz, Almería, Málaga o Sevilla, entre otras localizaciones), pero los interiores se van a grabar en los estudios de Tres Cantos.
Allí, en uno de sus platós, los técnicos trabajan para recrear, con un detalle que casi no necesitarían retoque digital para pasar por reales, lujosos pasillos y dormitorios que combinarán con los exteriores tomados en la Plaza de España de Sevilla o unas mucho menos glamourosas (pero igualmente realistas) mazmorras.
Chris Fry, productor ejecutivo (Chernobyl, Cómo meterse en un jardín), nos contó que esta comedia negra se desarrollará en tres planos, el Olimpo, la Tierra y el Inframundo, y con nada menos que Jeff Goldblum como Zeus. Pero en esta historia no habrá “togas ni sandalias, sino zapatillas deportivas y chándal” (de Gucci, en el caso de Goldblum). Según Fry, Kaos se centra en una saga familiar y plantea una fantasía muy enraizada en nuestro mundo contemporáneo.
El productor explicó que la elección de España para hacer realidad este proyecto obedece a tres razones: por un lado, el tiempo, ya que necesitaban un tiempo soleado y cálido, mediterráneo, para su historia; el segundo factor fue el económico, por las importantes ventajas fiscales que ofrece España para la producción audiovisual, mientras que el tercero fue el “elevado nivel de la industria en España, tanto de profesionales técnicos como creativos”.
Y en cuanto a la decisión de trabajar en el hub de Netflix, Fry coincidió con lo que nos había contado Carlos Montero un rato antes. Además de la amplitud de los platós en sí y de sus posibilidades (en el momento de la visita se estaba trabajando a la vez, en un mismo estudio, en tres decorados: pasillos y dormitorios para los interiores del palacio de Zeus, una sala para una secuencia concreta de un episodio que no desvelaremos y las mazmorras de Minos), es clave la comodidad que supone tener toda la producción a mano en un solo complejo, tanto los platós como las salas de edición. Un complejo, además, con enormes espacios para aparcar los no menos colosales camiones que trasladan los equipos.
Tanto Kaos como la séptima temporada de Élite, La sociedad de la nieve de Bayona y el resto de títulos que se encuentran en distintas etapas de su producción en este complejo de Netflix en Tres Cantos llegarán en los próximos meses a las pantallas de todo el mundo.
No sabemos qué otros proyectos saldrán de este centro en un futuro próximo, ni tampoco qué planes tiene Netflix para estas instalaciones, aunque desde aquí les proponemos que las abran no solo a creadores, sino también a espectadores, para que los amantes del cine y las series puedan asomarse a ver lo que hay tras la cortina. Porque Hollywood, como decíamos al principio, está al otro lado del mundo y Tres Cantos, a la vuelta de la esquina.
También te puede interesar
Lo último
Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
2 Comentarios